Doña Ada Rosa Collado Palacios, de 68 años, ha sido la encargada de mantener el sabor insuperable de Raspados COPAL, creación de sus padres en el año de 1981 en la ciudad de Masaya, quienes emprendieron en este trabajo debido a las dificultades económicas que pasaban en ese momento. El reconocido y negocio tiene como nombre la combinación de los apellidos de sus padres Collado y Palacios (COPAL).
El emprendimiento familiar que ha dejado huellas en el paladar de los masayenses en un inicio estuvo ubicado en el sector de donde fue La Chalupa, luego en el parque San Jerónimo, pero desde hace más de 15 años se encuentra en el llamado parque Los Tubos, al costado noreste del templo San Jerónimo, hasta donde llegan sus fieles clientes a pie, en bicicleta, motocicletas y en vehículos particulares para saborear los deliciosos raspados rellenos de fruta, leche y torta.
Luego de cuatro décadas todo hace indicar que la preparación de la miel es un delicioso secreto, manteniendo así el postre un sabor rico e inigualable desde hace 42 años, pues la aceptación y preferencia se refleja en sus numerosos clientes, quienes degustan en las bancas del parque o de pie frente a la casetita que actualmente luce pintada de verde.
Este rincón de doña Adita, como le llaman de cariño, es un referente de la ciudad de Masaya, y como el tiempo no perdona edad, quienes en su niñez iban a degustar los raspados se han convertido en padres de familias y ahora son quienes llevan a sus pequeños hijos a Raspados COPAL.
En el local llama la atención las fotografías, mensajes motivacionales, y otros que denotan la picardía que caracteriza al masayense, por ejemplo: “Oferta limitada por la compra de cualquier raspado, la luz del sol gratis” o “Abrimos cuando llegamos y cerramos cuando nos vamos”.
Rapados Copal con el objetivo de mantener su tradicional sabor abrió su segunda sucursal en el municipio de Nindirí y una de sus hijas es la encargada de conservar el sabor de los raspados más famosos de Masaya. Un legado familiar que aseguran sus hijos que continuaran, al igual que hizo doña Adita al no poder sus padres seguir al frente del negocio.