Con una sonrisa y palabras amables la señora Samaria Vanessa Monge González, todos los días a partir de las nueve de la mañana, inicia a elaborar con mucho amor las deliciosas pupusas y a atender a sus clientes en el puesto donde poco a poco se van aglomerando. Agradece a Dios por el éxito de las pupusas de frijol con queso, pollo, cerdo y chicharon, aunque la combinación varía según el gusto de las personas, quienes tienen posesionado el negocio familiar por el anhelado camino de las “buenas ventas”, las cuales incrementaron desde hace cinco meses que decidió ubicarse en las afueras del Instituto Central Carlos Vega Bolaños de la ciudad de Masaya.
Está mujer emprendedora, de 39 años, quien prepara a diario entre 400 y 500 pupusas, siempre se las ha ingeniado para sacar adelante a sus cinco hijos con la venta de diferentes productos “Antes vendía queso a la orilla de la carretera en el sector del barrio Camilo Ortega, y desde hace tres años me dedico a vender pupusas, pero estaba ubicada en las afueras de Usura Cero, (sector de la Inca), pero por problemas de salud me fui y pedimos permiso para vender aquí frente al Instituto Central lugar donde antes vendía frescos y enchiladas mi mamá, ahora gracias a Dios vendemos más (con las pupusas)”, nos cuenta doña Samaría.
El amor a la cocina lo heredó de su abuelita Yolanda Balitan, quien le enseñó y motivo a cocinar con amor y sabor, encontrando en las pupusas la oportunidad de un negocio próspero, ya que tienen excelente demanda. “Comenzamos con 10 libras de masa y ahora gracias a Dios hacemos 40 libras de masa, todo se vende, a la gente le gustan”, comenta con entusiasmo, está mujer luchadora mientras va dando forma al plato típico salvadoreño.
En el negocio familiar colaboran sus hijos mayores, su madre y una prima, cada quien tiene una tarea en específico que va desde preparar la ensalada hasta entregar a domicilio en los lugares cercanos al negocio. “Mi hijo mayor, Bayrón Andrés, es quien hace las compras, y Adriano es quien me ayuda hacer las pupusas, mi mamá se encarga de la ensalada, mi prima despacha y yo elaboró las pupusas”, menciona.
Orgullosa de ganarse la vida para sus hijos y sueña con un lugar propio
Los deseos de salir adelante en esta vida la llevo un día a atreverse a elaborar rellenitas al ver a una mujeres que vendían este producto y luego decidió emprender en las pupusas. Sus manos laboriosas y experiencia culinaria dieron el punto exacto al sabor que tiene enamorado a muchos masayas.
Con mucho orgullo está madre soltera asegura que su principal motor son sus cinco hijos, todos estudian y ella sueña con sacarlos adelante día a día. ” Mi hijo mayor este año se bachillera, es campeón de taekwondo ha ganado medallas en otros países y quiere ser veterinario, mi segundo hijo está en el colegio y quiere ser anestesiólogo, y los más pequeños también están en la escuela, este emprendimiento me está ayudando a sacar a mis hijos adelante”, enfatiza Samaría una mujer muy sociable con sus clientes.
Samaría Monge, quien tiene 24 años de vivir en el barrio Trasatlántico de la ciudad de Masaya, es un ejemplo de lucha pues con préstamos de personas cercanas inicio su negocio y ahora con orgullo dice que ya pagó lo que debía, ahora su mirada está puesta en el sueño de tener un lugar donde sus clientes degusten las pupusas cómodamente. Mientras tanto seguirá ganándose la vida en las afueras del Instituto Central de Masaya, donde ya son muy conocidas las deliciosas pupusas que tienen un costo de 20 córdobas y por nombre “Pupusas de Maya” en referencia al nombre de su pequeña hija.